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EL FUTURO DEL LIBRO DE TEXTO

Si tienes más de 45 años, y rememoras tu etapa escolar, muy
probablemente te vengan a la mente imágenes muy características de los colegios
de aquella época: las pizarras
verdes, tizas, láminas de España, diapositivas
y la “colección” de libros de texto prescrito por una editorial concreta; a
veces, el contrato entre el centro
escolar y la editora se dilataba tantos años en el tiempo que los mismos libros
podían heredarse entre hermanos y casi de padres a hijos. Y llegó el siglo XXI…

Y aunque la confianza de los colegios en las principales
empresas editoras de libros de texto continúa, los directores pedagógicos –de manera
unánime- buscan nuevos contenidos que satisfagan a los alumnos más despiertos. Además,
quién prefiere explicar con las viejas diapositivas el aparato circulatorio si hoy
lo podemos hacer en color, en 3D y hasta introducirnos dentro de las arterias. Por otro lado, las redes sociales han propiciado que
muchos docentes –auténticas eminencias en su materia- hayan sabido labrar su marca personal, elaborando contenidos
con un valor realmente elevado; y existen unos pocos colegios –tendencia al
alza- que están dispuestos a pagar un sobre coste por adquirir diversas “píldoras”
del profesor equis. Hace menos de un lustro la inmensa mayoría de las compañías
editoriales vislumbraron esta tendencia. Lejos de quedarse al margen
reaccionaron y ya prácticamente cada empresa editora posee su plataforma educativa (donde compartir
contenido, propio y ajeno).

 

Experiencias pasadas
Buscando una analogía, y haciendo un repaso a los medios de comunicación, las radios “temblaron”
cuando se popularizó la Televisión como medio de comunicación de masas. Sin
embargo, sucedió justo lo contrario: el seguimiento de los programas
radiofónicos se incrementó. Hoy, con Internet, algo similar sucede cambiándose
los hábitos en cómo consumimos
información
; y este hecho lo podríamos extrapolar al sector educativo: hoy
los colegios han acercado al alumno una mayor cantidad de información por
diversas vías; sí, efectivamente, es la educación
colaborativa
.
El libro no desaparecerá pero sí quedará abocado a cohabitar
con otros soportes: desde los contenidos que puedan encontrar en Internet hasta otros que los profesores
“adquieran” a colegas (eminencias) en cualquier país del mundo. Los docentes
juegan –por supuesto- un rol indiscutible: explicar de manera entendible la
cantidad de inputs que los alumnos hoy día reciben por distintas vías.