Entrevistamos en la primera entrega de 2022 al Colegio Joyfe. Y lo hacemos por varios motivos. Uno de ellos, por su aniversario; y no es una onomástica cualquiera: 60 años. Seis décadas formando a miles de madrileños. Un colegio que ha visto cómo aquella pizarra negra fue pasando a un color verde para transformarse -dentro de muy poco- en hologramas a partir de realidad aumentada y virtual.
El Colegio Joyfe celebra este año su 60 aniversario. Contextualicemos: ¿cómo era el colegio cuando arrancó (número de alumnos, profesores, aulas…) y cómo era el barrio en aquel entonces?
La historia de JOYFE es un hito sólo alcanzable gracias al trabajo, talento e ilusión de grandes profesionales que desde sus inicios, en 1961, han dedicado su vida a construir un colegio de todos y para todos.
JOYFE nace en el bajo de un edificio en la calle Emilio Ferrari. El éxito del colegio se fundamentó en incontables horas de trabajo y muchísimas clases, tanto diurnas como nocturnas, así como en una buena dosis de ilusión. Pero también fue necesaria una gran dosis de capacidad emprendedora. A medida que las raíces del JOYFE crecían, se adquieren nuevas instalaciones para dar cabida a la gran demanda de las familias que conocían su oferta educativa.
En los ochenta, el proyecto se consolida con la compra del colegio San Luis Gonzaga, en la calle Vital Aza, que es hoy nuestra sede. A partir de entonces la dirección del colegio junto a un gran equipo de profesionales lideran el cambio y la transformación metodológica, basándose en la investigación y la puesta en marcha de las nuevas propuestas educativas.
Con los años, y gracias a la experiencia y el afán de superación, el JOYFE se ha transformado en un referente en el sector de la enseñanza, demostrando su valía. El 2020, pasamos a formar parte de IEP Group, uno de los grupos educativos más potentes a nivel internacional que viene a dar más entidad si cabe a nuestro proyecto.
¿Qué buscaban para sus hijos, en aquel entonces, las familias cuando depositaban su confianza en el Colegio Joyfe?
La necesidad de escolarización en los nuevos barrios de Madrid era muy alta y, en aquel entonces, no había una oferta educativa a la altura de las necesidades sociales. Por ello el centro se llenó casi de inmediato y creció exponencialmente tanto en el distrito de Pueblo Nuevo como en Carabanchel un año después. En los años ochenta el número de alumnos era de unos 3000 en todo Madrid.
¿Cuáles o cuántos de esos rasgos se han mantenido hasta la fecha y qué características permanecen en el siglo XXI las familias cuando buscan un colegio para sus hijos?
Hay valores atemporales, como potenciar el talento individual de cada alumno, motivar en el trabajo bien hecho, el rigor en el trabajo y el trato personal del tutor que ofrece un colegio como JOYFE con espíritu familiar.
Las familias del siglo XXI buscan en JOYFE un proyecto educativo innovador en el que las nuevas metodologías educativas, la tecnología y los valores sean los pilares. También que el colegio ofrezca un entorno seguro y feliz en el que los alumnos se desarrollen según sus necesidades académicas y personales, alcanzando su objetivo individual. En definitiva un proyecto educativo coherente con las necesidades individuales y el ritmo evolutivo de cada uno de sus alumnos.
Desde los inicios del colegio siempre ha sido muy importante para nosotros enseñar en habilidades fundamentales para el desarrollo de la vida, como las relaciones, el optimismo, la capacidad para emprender, aprovechando al máximo las fortalezas y pasiones de nuestros alumnos.
Una educación dinámica, flexible y -sobre todo- divertida en la que impulsar el talento individual.
Todos recordamos cómo la disposición de las aulas en todos los colegios era siempre la misma: pupitres mirando hacia la mesa del profesor (preferentemente en un estrado) ¿Cómo ha evolucionado la disposición de las aulas?
Cuando nos visitan antiguos alumnos es uno de los cambios que más les impactan. Pasamos a aulas temáticas, con proyectores, televisiones táctiles, mesas agrupadas en equipos de 3-4 personas. También el uso de equipos chromebook por los alumnos, aplicaciones con laboratorios virtuales, con tareas que reportan un feedback inmediato…
A día de hoy los espacios de JOYFE se han transformado en un recurso didáctico más que da respuesta a las nuevas metodologías activas que le proponemos a nuestros alumnos.
Más allá de las aulas, ¿qué otros cambios físicos y de espacio se han modificado actualmente?
Las tendencias metodológicas del centro nos han llevado al uso de aulas temáticas, la creación de espacios comunes para la docencia compartida, aulas que se pueden unir y separar por tabiques móviles, espacios donde los alumnos se pueden reunir fuera de su horario como la nueva cafetería y la mejora continua de instalaciones; aulas con ventilación asistida y paneles de insonorización. Algo que en grandes espacios, como el comedor del colegio, se ha mostrado muy eficaz.
En una carrera tan larga, con tantos vaivenes, ¿qué hechos -relacionados con la educación- recuerda usted con especial afecto o cariño?
Sin duda que es algo muy subjetivo. Mi visión es la persona, por un lado el profesor que pasa su vida como docente, que se jubila y no se desvincula volviendo de visita con frecuencia al colegio. El saber que Joyfe ha sido -y será- su segunda casa tanto para mi como para mis profesores y alumnos. Y por otro lado, el antiguo alumno, para el que Joyfe ha sido una etapa trampolín en su vida, un impulso a nuevos y mayores logros. Su fiel asistencia a eventos de aniversario, de convocatorias para reuniones, conferencias, semanas de orientación…
Hace medio siglo el profesor era una institución en el barrio y su tratamiento personal estaba a la altura casi de ministros, llamándole de usted (Don…) ¿Cree que es acertado rebajar en la actualidad ese tratamiento entre alumnos y profesores y que en muchos colegios se les llame a los profesores por su nombre y que haya casi más una relación de amistad que profesional?
Personalmente siempre he considerado un trato adecuado y correcto en la relación profesor-alumno el uso del nombre. Eso no indica ni excesiva confianza y menos amistad. Es un trabajo que requiere cierta proximidad y confianza. Curiosamente muchas veces son los alumnos quienes nos tratan de Don o de usted. Es cierto que en JOYFE la cercanía con los alumnos y la implicación del claustro de profesores con su desarrollo personal trasciende a las aulas ya que los profesores comparten tiempo con el alumno fuera del colegio (viajes, excursiones, etc.) y eso crea unos lazos muy especiales.
¿Cómo ha evolucionado la integración de la tecnología en estos 60 años?
¿Cuáles fueron las tecnologías más disruptivas en cada década?
Desde luego el gran impacto llega en los 80 con la antena parabólica y el acceso a canales enotros idiomas.
En los 90 utilizamos unos carritos con su Tv y su reproductor en VHS y luego en DVD. Así era posible acceder a recursos de idioma, documentales, películas…
Ya en el siglo XXI ha sido una constante el paso de proyectores, a pizarras digitales, a ordenadores y ahora a los chromebook y las televisiones clevertouch.
¿Hacia dónde camina el futuro de la tecnología en la educación (inteligencia artificial, realidad aumentada y virtual, otras)?
Es difícil saber. El mercado cada vez ofrece nuevas alternativas pero, en mi opinión, se buscará la herramienta activa y creativa, como puede ser la realidad aumentada.
Las principales empresas de tecnología están desplegando las bases de lo que será la tecnología más rompedora del siglo XXI: el metaverso. Haciendo un ejercicio de futuro, ¿cómo será el proceso de aprendizaje en un colegio dentro de 20 años? Y, algo muy importante, ¿qué esencia educativa permanecerá siempre, más allá del uso de nuevas tecnologías?
Si hace 20 años nos dicen que podríamos dar clase a alumnos que están enfermos en casa mientras otros están aquí, tener plataformas donde compartir contenidos, crearlos y calificarlos de inmediato no hubiéramos dado crédito. Pero hay algo que se ha demostrado en pandemia insustituible: las relaciones personales, la interacción alumno-alumno bien gestionada; y eso implica al profesor, quizás con un rol de conductor y guía más que de “maestro” o dominador de conocimientos.






