Resiliencia, pensamiento crítico, compromiso, flexibilidad, trabajo en equipo…Son sólo algunas de las hoy llamadas soft skills, o habilidades blandas; destrezas –o valores- que todos los chavales deben tener en cuenta no ya sólo para su salida al mercado laboral, sino incluso para su completo desarrollo personal. Para tratar este tema tan interesante hemos contactado con Toni García Arias quien nos ha señalado –entre otras cosas, y a su personal criterio- cuáles son las soft skills que todos los alumnos deberían trabajar o cuán importantes pueden ser para el desarrollo de las personas.
Desde el World Economic Forum se aprecia que los chavales que acuden a la universidad -la inmensa mayoría de ellos- cuentan con más que suficientes conocimientos relativos a determinadas materias, pero con carencias en lo que últimamente se denominan soft skills (habilidades blandas). En tu opinión, ¿deberían ser objeto de asignatura?
Hoy en día, como en casi todos los temas en España, este asunto está absolutamente polarizado. Hay quienes opinan radicalmente que la educación emocional, incluyendo este tipo de habilidades, debe quedar fuera de la escuela y quienes opinan radicalmente que debe ser una asignatura. Es evidente que, tanto en la escuela como en el trabajo, las soft skills son habilidades necesarias para el desarrollo no solo individual sino también colectivo. Sin embargo, este tipo de habilidades se llevan a cabo en momentos de actividad, por lo que yo creo que no es necesaria una asignatura como tal, ya que son habilidades que se pueden tratar y abordar en diferentes contextos de aprendizaje.
No obstante, soft skills como trabajo en equipo o pensamiento crítico, no siendo asignaturas de estudio como tales, sí se llevan a la práctica a través de otras asignaturas.
Efectivamente. Como digo en muchas de mis charlas, los valores no se dicen, se actúan. Los niños aprenden en infinidad de ocasiones por imitación. Tú puedes decirle a un alumno una y mil veces que, antes de entrar, hay que llamar a la puerta, pero si ve que tú no lo haces, pensará que esa norma no sirva para nada. En este sentido, a lo largo del día, se producen en la escuela infinidad de tareas y situaciones donde podemos trabajar o incidir en este tipo de habilidades para ponerlas en práctica: trabajos en equipo, un partido en educación física, un conflicto entre dos compañeros, una obra de teatro, un examen que hemos suspendido, la pérdida de un ser querido o de nuestra mascota, una exposición oral, etc. Todas esas actividades suponen un momento de aprendizaje ideal para trabajar con los alumnos ese tipo de habilidades, dialogando con ellos, debatiendo, reflexionando, fomentando el espíritu crítico, mostrando los aspectos positivos y negativos de sus actitudes en contextos reales. Cuando un alumno, por ejemplo, no acepta las opiniones de otros en un trabajo en equipo, tenemos que trabajar con él las habilidades sociales, el respeto a la individualidad, la importancia de la cooperación.
Cuando un alumno no participa en un trabajo en equipo, tenemos que trabajar con él la importancia de la responsabilidad y el trabajo bien hecho, el respeto al trabajo de los demás, la importancia de la cooperación para la mejora de los resultados.
La resiliencia es una de las soft skills mejor valoradas por las empresas a la hora de valorar a un candidato. ¿Cómo -o qué- hacer para que un alumno de 16 años sepa afrontar situaciones “extremas”; y salir airoso de ellas?
Con el concepto de resiliencia hay que tener mucho cuidado, ya que hay quien, desde una concepción equivocada, entiende la resiliencia como la acomodación a una situación desventajosa, cosa que no es así. La resiliencia en educación se refiere precisamente a alumnos que, teniendo un entorno desfavorable, logran resultados superiores a los que les corresponderían por su contexto y semejantes o superiores a alumnos con entornos favorables. Para desarrollar la resiliencia en nuestros alumnos, hay que potenciar especialmente dos aspectos fundamentales: la automotivación y las expectativas personales.
Estos dos aspectos servirán de gasolina para esa resiliencia cada vez que surja una dificultad o un problema que haya que superar. Asimismo, desde muy pequeños, hay que enseñar a los niños que el error es parte del aprendizaje, y que toda caída debe servir para levantarnos con más fuerza. Sin embargo, esto choca frontalmente con la educación proteccionista y egocentrista que damos hoy en día a nuestros menores, así que los primeros que debemos cambiar la concepción educativa debemos ser los adultos.
Habida cuenta que los chavales a partir de 16 años podrían acceder al mercado laboral, y si tomamos en cuenta este déficit en habilidades blandas, ¿qué 3 habilidades elegirías para que desde los colegios se trabajasen desde educación infantil hasta ESO?
Mis tres soft skills preferidas para la preparación de los jóvenes al mercado laboral son la adaptabilidad, que es posiblemente el mayor rasgo de inteligencia y que nos permitirá adaptarnos a distintos entornos y momentos laborales, la capacidad de decisión para desarrollar nuestro liderazgo y la motivación propia y del equipo de trabajo.
Hay quien estima que las soft skills deberían aprenderse en el hogar, otros que en la escuela. En este último caso ¿podrían todos los docentes enseñar por igual estas competencias?
Es innegable que una parte fundamental de la educación de una persona procede de casa, pero puede reforzarse en la escuela. Todos los docentes, de un modo u otro, coinciden en los valores universales que se debe transmitir en la escuela. Del mismo modo, todos los docentes coincidimos en valorar positivamente el trabajo bien hecho, el esfuerzo, la puntualidad, la responsabilidad, el trabajo en equipo, la actitud positiva… Está claro que, dependiendo de las características del docente y de la opinión que tenga sobre la educación de este tipo de habilidades, unos docentes serán más sensibles a educar las soft skills mientras otros serán más reacios. Sin embargo, también es cierto que todos, de un modo otro, las educamos, estemos a favor o en contra de enseñarlas en la escuela. Todos -excepto desagradables excepciones- motivamos a nuestros alumnos cuando fallan, intervenimos cuando hay conflictos entre compañeros en un trabajo en equipo, enseñamos a compartir, valoramos el esfuerzo, les animamos a tener una actitud positiva y responsable, les decimos que se pongan en el papel del otro, les animamos a mantener los buenos modales, a comunicarse de manera correcta…, es decir; educamos en soft skills.
Un candidato con un excelente expediente académico y deficitario en sofá skills y otro candidato con un expediente normal pero sobresaliente en estas habilidades, ¿hacia dónde crees que se inclinaría un responsable de RRHH?
Hoy en día, el mercado laboral exige un tipo de profesional capacitado no solo en el conocimiento estricto de su profesión sino también que posea unas características personales enfocadas al trabajo en equipo, al liderazgo, a la toma de decisiones, a la motivación propia y de los demás, es decir; que reúna una serie de cualidades que mejoren los resultados de la empresa creando un ambiente positivo. Hay que tener en cuenta que cuando se trabaja con personas, la gestión del equipo humano es fundamental, ya que un ambiente negativo puede llevar a la ruina cualquier proyecto. Por eso, se requieren personas dispuestas a cooperar, a resolver conflictos y generar dinámicas positivas, capaces de motivar, de tomar decisiones ágiles y acertadas, con habilidades sociales. Y todas esas habilidades debemos comenzar a ponerlas en funcionamiento desde la escuela, no solo para que estén preparados para el nuevo panorama laboral, sino para la propia vida.
Si los alumnos aprendieran, reconocieran e interiorizaran -al menos una gran parte- de estas habilidades, ¿cree que los resultados académicos del grupo mejorarían y se reducirían -por ejemplo- los casos de acoso escolar, entre otras cosas?
En mis ponencias y mis charlas siempre defiendo la importancia de trabajar la educación emocional y las soft skills por dos razones fundamentales: primero, porque una persona emocionalmente equilibrada y con buenas habilidades consigue mejores resultados en todos los ámbitos de la vida –también académicos- y, en segundo lugar, porque las personas equilibradas emocionalmente suelen tener una relación equilibrada con los demás, con lo que se reduce claramente los conflictos. Por decirlo de una manera muy visual, la educación de un alumno se asienta sobre unos cimientos. Si esos cimientos no están bien asentados, el alumno difícilmente podrá acceder al conocimiento.
Cuando un alumno tiene dificultades en la relación con sus compañeros, cuando carece de expectativas, cuando es desorganizado, cuando no sabe trabajar en equipo, cuando no sabe gestionar su rabia o su frustración, cuando carece de disciplina interna, tendrá serias dificultades para lograr buenos resultados académicos. Del mismo modo, todo ello le generará una frustración que provocará que la relación con sus compañeros no sea equilibrada y puedan producirse conflictos.
Si pensamos en un mundo más hiperconectado y virtual (si finalmente el metaverso se lleva a cabo tal y como plantean), ¿sobre qué habilidades blandas crees que tendrá que hacerse hincapié?
El metaverso es una realidad que yo creo que va a ser imparable. Hoy en día, una parte de nuestras relaciones interpersonales son ya virtuales: Twitter, Facebook, Instagram o TikTok. Sin embargo, estas redes y estos entornos virtuales requieren de unas habilidades diferentes al entorno real. ¿Cuántas veces no se han producido conflictos entre dos amigos o familiares a través de dichas redes? La limitación en la comunicación o la ausencia de gestualidad hace que, en ocasiones, se produzcan malentendidos que a veces arruinan relaciones. Por eso, en este ámbito son fundamentales las habilidades comunicativas, de tal manera que sepamos expresar aquello que queremos decir y que, también, nos ayude a interpretar de manera objetiva lo que los otros nos dice. Asimismo, es básica la flexibilidad para saber conectar nuestro mundo virtual con nuestro mundo real, y también saber separarlo. Y, por último, es básica la influenciabilidad, si se me permite el término, donde sepamos gestionar de manera equilibrada la influencia y el impacto que el entorno virtual va a tener en nuestro mundo real. En los últimos años, a través de diferentes influencers que han cerrado sus cuentas o incluso han llegado al suicidio, hemos podido comprobar el enorme impacto que los comentarios en las redes tienen sobre nuestra emoción, por lo que es básico que sepamos dar a las cosas el valor que realmente tienen.


