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“Un docente nunca deja de aprender y siempre seguirá siendo alumno”

Hablamos con Zaida López Alberola, premiada recientemente en los Educa Abanca 2021 como mejor docente en Lengua y Literatura, propietaria de la bitácora en Instagram de @lapizarraliteraria; una docente que ha sabido darle la “vuelta al calcetín” con el uso de las redes sociales y determinados contenidos para proyectar en los alumnos la pasión la literatura.

Defiendes un proyecto educativo basado en proyectos. ¿Podrías explicarnos por favor por qué es para ti tan importante (respecto a otros proyectos educativos)?

Defiendo mi proyecto educativo basado en proyectos, pero me gustaría señalar que no es la única metodología activa e innovadora que utilizo en mis clases.

Considero que es fundamental la constante formación del profesorado y en los doce años (se dice pronto, pero es un recorrido bastante extenso) que llevo trabajando como docente en Secundaria y Bachillerato siempre me he esforzado por introducir en mis aulas la innovación educativa. Jamás negaré lo complicado que a veces ha resultado, pues hace años pocos docentes se atrevían a innovar. Pero las cosas, afortunadamente, están cambiando. Para mí es importantísimo trabajar por proyectos ya no solo porque es una metodología en la que me siento cómoda y me funciona en mis aulas, sino también por todas las ventajas que esta tiene y que conlleva: fomenta habilidades sociales, pues se trabaja de forma cooperativa y ellos deben aprender a gestionar y tomar decisiones en grupo; también la autonomía, ya que el alumnado también trabaja e investiga de forma individual; motiva al alumnado a aprender; fomenta su pensamiento crítico; promueve la creatividad…

Sin embargo, soy fan del bufé libre metodológico al que en varias ocasiones ha hecho alusión o referencia un compañero al que aprecio y admiro mucho, Francesc Nogales. Creo que el uso de diferentes metodologías es lo que permite enganchar al alumno, tenerlo siempre atento y emocionado a ver qué pasa, qué me van a explicar hoy y, sobre todo, de qué forma me lo van a explicar. De esa manera a lo largo de toda una unidad didáctica (ahora ya en algunos cursos situaciones de aprendizaje) podemos utilizar desde un recurso audiovisual (un vídeo, un podcast…), hasta realizar una actividad de gamificación como el famoso Kahoot, trabajar cooperativamente o dedicar una sesión centrada en las emociones, tan importantes y algo olvidadas en las aulas.

Uno de los ingredientes clave a la hora de impartir una clase es –más que conocer los conocimientos al dedillo- contar con una dosis XXL de vocación. ¿En qué punto está la vocación entre los docentes en España?

Creo que la vocación en la docencia es muy importante, sin embargo conozco a varios docentes que llegaron a esta (la docencia) sin ser su primera opción y son buenos docentes. Eso es debido a que por encima de todo son docentes comprometidos con la Educación.

Creo que si te apasiona la educación como es mi caso y tienes una vocación enorme será muy fácil que te comprometas seriamente con la educación y que hagas lo que corresponde: estar en constante formación, apostar por las nuevas metodologías, acudir cada día a tu aula con la única finalidad de motivar a tu alumnado y hacerles que disfruten tanto como lo haces tú, preparar actividades de calidad… Pero si no te apasiona la educación y has elegido esta profesión, debes ser leal a ella y comprometerte. Dar igualmente lo mejor de ti y pensar en que tu alumnado es el futuro y merecen recibir una educación de calidad.

La vocación entre los docentes creo que está cada vez más presente y que son cada vez más los docentes que se comprometen, se arriesgan y apuestan por esa educación de calidad de la que hablo. Acudo a muchas formaciones que serealizan un sábado por la mañana por ejemplo y observo cómo las tres cuartas partes de la sala se llenan. Eso significa algo. Y me gusta. Cada vez somos más los docentes locos y apasionados que nos dejamos la piel en nuestro día a día. También están los docentes que no se implican en sus clases. Existen y no podemos negarlo, pero prefiero ver el vaso medio lleno.

Te ofrecen una reunión con el Consejero de Educación de tu CCAA, con el director del Centro donde das clase y con el Ministro de Educación y, ¿cuáles serían tus 3 peticiones a cada uno de ellos?

En el caso de mi CCAA, la Consejera de Educación es Raquel Tamarit. A ella le pediría:

– Que vele por los verdaderos intereses de la Educación, posicionando al alumno como el verdadero protagonista de su futuro.

– Que invierta los recursos económicos necesarios en Educación.

– Que se interesarse por las necesidades de cada centro educativo, en especial de aquellos que necesitan más atención.

A mi directora del centro educativo en el que trabajo, Cristina Raimínguez, le pediría pocas cosas, pues estoy realmente contenta con el trabajo que realiza

en nuestro centro educativo. Representa siempre al centro de forma impecable; intenta gestionar y coordinar todas las actividades de la mejor forma posible; fomenta la formación del profesorado, etc. No obstante, le pediría:

– Que los claustros fuesen más breves, aunque sé de la dificultad que conlleva gestionar las intervenciones que tienen lugar en ocasiones en ellos.

– Apostar todavía más por la innovación educativa.

– Impulsar la participación de las familias y otros organismos en proyectos educativos.

Por último, a la Ministra de Educación, Pilar Alegría, le pediría:

– En primer lugar que, por favor, cumpliese la promesa que me hizo cuando la conocí este mes de febrero en la entrega de los Premios Educa Abanca en Santiago de Compostela de visitar mi instituto para poder así enseñarle cómo trabajo con mi alumnado la Lengua y la Literatura y de qué forma tan especial motivo la lectura en mis aulas. Creo que es importantísimo darle un enfoque real a esta materia/asignatura ya desde la infancia del niño y cómo de importante debe ser su comprensión, análisis e inclusión en el currículum educativo.

– En segundo lugar, le pediría que siga con el férreo compromiso de conocer la educación a pie de aula. Que siga conociendo metodologías innovadoras, hablando con los grandes expertos de educación: todos aquellos maestros y profesores que nos dejamos la piel en el día a día superando las dificultades e inclemencias a las que nos enfrentamos diariamente (falta de recursos tecnológicos y de mobiliario, dificultades para gestionar la falta de educación emocional en las aulas, la ratio tan elevada que nos impide dar clase, la excesiva burocracia que se nos exige, etc.).

– En tercer lugar, pero no menos importante, le pediría que cerrase los ojos y que pensase en todo aquello que le rodea y que la hace feliz, en todas aquellas cosas, personas o situaciones que son importantes para ellas. Estoy segura de que haciendo esto se daría cuenta de que todo eso que ha pensado es valioso en su vida.

Yo, cuando cierro los ojos, entre todo lo que subrayo como esencial en mi vida, la educación tiene un papel fundamental. Por ello, le pido también que me la cuide, pues la educación forma parte de mí, es de gran valía.

Como profesora de Lengua y Literatura, ¿cómo guías a tus alumnos para que sientan amor por la lectura?

Creo que esta es la parte más complicada para un docente de Lengua y Literatura pues vivimos en un mundo en el que para el alumno es mucho más productivo ver un vídeo de TikTok que dedicar horas a leer un libro.

En mi caso son muchas las horas que dedico en casa por las tardes (más las horas libres de permanencia en el centro) a pensar de qué manera engancharlos. Siempre busco lecturas atrayentes, los cotilleos más interesantes de la Literatura, etc.

Pero lo que siempre hago es leer y explicar con pasión todo aquello que concierne a la lectura, para intentar transmitirles un poquito de mi pasión a ellos y lograr así motivarlos.

Hay docentes que apuestan por acercar a los niños libros de temáticas que les resulten “afines”(fútbol, coches, etc.). ¿Aburre mucho Góngora o debemos apostar por los clásicos?

Como bien afirmaba Aristóteles “en el punto medio está la virtud”. Creo que es igual de importante ofrecer al alumnado tanto libros de temáticas que les resulten “afines” a sus gustos como apostar por los clásicos. Hay una creencia falsa que piensa que leer un clásico es aburrido. Y esa creencia está muy alejada de la realidad. Lo aburrido es que un profesor te pida que te leas un clásico y no lo trabaje contigo. Y más aburrido es que luego te haga un examen sobre ese libro. Los clásicos se llaman justamente clásicos por eso, porque aunque pasen los siglos, son atemporales. Encierran dentro de ellos temas universales como el amor, los celos, las traiciones, la justicia, el honor, etc.

En mi caso siempre que pido un libro, ya sea clásico o no, realizo una lectura guiada, la cual consiste en fragmentar la lectura y trabajarla juntos a lo largo de varias semanas realizando una pequeña tertulia que nos permita debatir sobre ella. La retroalimentación que se produce en esas tertulias es maravillosa. Mis alumnos el año pasado se enamoraron locamente de la Celestina y no les culpo. Es lo normal.

¿Cuáles son tus propuestas para acercar géneros más “complicados”; como la poesía, el ensayo o la dramaturgia?

Tengo mi Instagram @lapizarraliteraria lleno de propuestas para acercar esos géneros “complicados” a los que hace referencia la pregunta: poesía dramatizada, poesía al azar, actualización de cuentos u obras teatrales y representación de ellos mediante el Kamishibai…

Ahora mismo tengo muchas propuestas nuevas que todavía no he compartido pues empiezo en breve mi curso de formación docente, gracias a la editorial Vicens Vives, con el que intentaré acercar esta realidad del alumno a todos los docentes. En ellos, también aportaré ejemplos de propuestas creativas para trabajar la Literatura y ahondaré en la importancia de aplicar las metodologías activas e innovadoras que están en auge.

Parafraseando a Ramón Barrera con su término “sorprendizaje”, ¿cómo sorprende a sus alumnos Zaida en el día a día para atraer su atención?

Creo que es fundamental escuchar al alumnado. A principio de curso siempre entrego una plantilla que realizo en la que les pregunto sobre sus gustos (literarios, musicales, cinematográficos, etc.). Les pregunto también sobre qué temas o aspectos les gustaría trabajar o cómo quieren que enfoque la asignatura. No debemos nunca olvidarnos de que los alumnos no son los únicos que aprenden en las aulas. Yo aprendo diariamente de ellos y me hacen ser mejor persona y profesional diariamente. Con todo lo que extraigo de esa plantilla tengo más que de sobra para sorprenderlos.

De repente una actividad con una canción del artista favorito de un alumno, otra vez un fragmento del libro favorito de otro… Este curso incluso vamos a realizar un trabajo del Mundial en 4º de la ESO, pues es lo que ellos me pidieron.

En la educación los verdaderos protagonistas son los alumnos, no los docentes. Es algo que con los años me he ido dando cuenta. Esto permite crear un lazo con ellos que pervive con los años. Mis primeros alumnos han terminado ya la carrera y algunos de ellos ya están trabajando y/o opositando.

Hace unas semanas me encontré con una de esas primeras antiguas alumnas en el metro. Fue ella quien me reconoció y quien se acercó a saludarme. Esa sensación que sientes cuando ves que después de varios años una antigua alumna sigue acordándose de ti y te recuerda con cariño es indescriptible.

Bob Dylan recibió tiempo atrás el Nobel de Literatura al entender la Academia Sueca que lo importante era el contenido y no el soporte (un CD versus un libro). Un meme reciente decía que en los 80 los chavales aprendimos inglés gracias a escuchar música de artistas extranjeros y que hoy los niños no saben hablar castellano por culpa del regetón. ¿Crees que este estilo musical -al margen del contenido de sus letras, habitualmente machistas- resulta apropiado para aumentar vocabulario y/o formas de expresión?

Creo que hay que aprovechar todo aquello que forme parte del mundo del alumno para incorporarlo en nuestras aulas y sacar provecho. Yo he realizado proyectos en 1º ESO y 1º de Bachillerato sobre la violencia machista a través de las letras de algunas canciones y les hemos dado la vuelta. Y ha sido increíble ver cómo todo el alumnado se ha implicado. Obviamente, cuando planteas las actividades automáticamente las vinculas a ciertos contenidos (ahora saberes) y a los criterios de evaluación que quieres conseguir, así como a qué competencias quieres que el alumno adquiera, etc.

Quizás con esas letras no hemos aumentado nuestro vocabulario ni nuestras formas de expresión, pero sí hemos conseguido otros objetivos y creo que eso es también muy importante.

En tu etapa de alumna, ¿tuviste profesores que te hicieran pensar que – tal vez- tu futuro profesional estaba dentro de las aulas?

Mi gran maestra sin títulos que la acreditasen para ello fue mi madre. Ella fue quien me enseñó a leer en casa con tan solo dos años y medio. Su sueño siempre fue ser profesora de Lengua y Literatura, pero la economía familiar no se lo permitió y con tan solo catorce años tuvo que abandonar la escuela y comenzar a trabajar para ayudar a mi abuela. Gracias a ella me convertí en una “ratoncita”de biblioteca. Fui una lectora precoz y me convertí en una voraz.

Podía leerme de una sentada cuatro libros y después pasarme el resto del fin de semana releyéndomelos hasta aprendérmelos de memoria. En mi casa no había grandes lujos ni mucho dinero, pero nunca faltaron libros. Mi madre, en ocasiones, me prohibía ciertas lecturas suyas porque según ella no eran aptas para mi edad, lo que provocaba en mí una necesidad aún mayor de leerlas. Lo hacía a escondidas y siempre terminaba descubriéndome. Las semanas transcurrían entre acertijos, yincanas literarias y recitales poéticos caseros.

Desde muy pequeña supe que quería ser profesora y que mi lugar eran las aulas. Esto es algo que siempre aterró a mi madre, pues tenía miedo a que no cumpliese mi sueño y terminase frustrándome. Mi etapa como alumna corroboró mis intereses e inquietudes y reafirmó que quería ser docente. Nunca tuve dudas, ni siquiera cuando pisé por primera vez un aula. He tenido la suerte de toparme con muy buenos docentes.

De la etapa de Primaria guardo un grandísimo recuerdo de la señorita Juana, quien me enseñó que hay que ser exigente y rigurosa y nunca dejar de buscar aquel término desconocido en un diccionario. De la etapa de Secundaria recordaré siempre a la hermana Rosa Gaude y a mi queridísima Amparo Polo.

Con ellas descubrí el cariño hacia la asignatura de Lengua y Literatura y la importancia de ser siempre buenas personas.

En la Universidad mi pasión por la Lengua y Literatura se disparó. Creo que ha sido una de las etapas más bonitas y que me encantaría repetir. Me marcaron grandes profesionales como Marta Haro y Ricard Morant, quienes me enseñaron que enseñar es mucho más que impartir conocimientos y me picaron el gusanillo por la creatividad.

Y aunque parezca extraño, durante mi periodo de opositora tuve la inmensa fortuna de contar con el apoyo incondicional de Víctor Latorre Zacares, quien me inspiró a ser una mejor docente.

Sigo aprendiendo de grandes docentes, leyéndolos y asistiendo a conferencias, pues al fin y al cabo soy docente, pero también alumna. Un docente nunca deja de aprender y siempre seguirá siendo alumno.

 

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